La oración de la rana 1

En v�speras de su muerte, y en una larga carta en la que le hablaba a un amigo �ntimo de sus primeras experiencias, le dec�a a prop�sito de ellas. "Todo ello parece pertenecer a otra �poca y a otro mundo. Creo que actualmente todo mi inter�s se centra en otra cosa: en el mundo del esp�ritu, y todo lo dem�s me resulta verdaderamente insignificante y sin importancia. Las cosas que verdaderamente insignificante y sin importancia.
Las cosas que tanto me importaban en el pasado ya no tienen inter�s para m�. Lo que ahora absorbe todo mi inter�s son cosas como las de Achaan Chab, el maestro budista, y estoy perdiendo el gusto por otras cosas. No s� si todo esto es una ilusi�n; lo que s� s� es que nunca en mi vida me hab�a sentido tan feliz y tan libre..."Estas palabras dan una idea bastante aproximada de c�mo era Tony -y de c�mo lo ve�an los dem�s- en su �ltima etapa, antes de que nos dejara tan inesperadamente, cuando faltaban tres meses para que cumpliera cincuenta y seis a�os.No son muchos los que compartir�an plenamente todo cuanto �l dijo o hizo , especialmente cuando traspasaba los l�mites establecidos de la aventura espiritual (ni tampoco esperaba Tony que le siguieran d�cilmente, sino m�s bien todo lo contrario).
Lo que a tantos atra�a de su persona y sus ideas era precisamente que Tony desafiaba a todos a cuestionar, examinar y liberarse de los modelos establecidos de pensamiento y de conducta, acabar con toda clase de estereotipos y atreverse a ser verdaderamente uno mismo: a buscar una autenticidad cada vez mayor.El regalo de despedida que nos ha dejado, y que indudablemente habr� de tener tanto �xito como sus anteriores libros, es La oraci�n de la rana.
Ojal� ayude a muchos a encontrar en la Verdad la liberaci�n y el deleite que proporciona el conocimiento de s� mismo.