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Una chica joven muy radiosa, la hija de un rico negociante en seda de Lyons bailaba en un baile para ricos. Su uniforme era el más rico, su cara era la más amable y su manera de bailar la más ligera de toda esta asamblea alegre. Era la prometida del hombre joven más famoso de su clase social. El matrimonio debía tener lugar dentro de una semana. De repente, en medio de un minué, su pie vaciló y sus ojos se abrieron grandemente y se oscurecieron mientras miraba, más allá de su pareja, lo que se había convertido en una masa informe y oscura de colores filmados.
Había tenido de repente una visión, inexplicable, recogiendo la escena alegre, y fijando sus ojos en la eternidad. Ella, la mariposa tranquila que hacía solo un momento, había tenido una visión de un mundo muriendo. Dentro de esta súbita intuición celestial, supo con una certitud firme del alma que ha sido tocado por Dios, que el mundo estaba muriéndose por falta de aire vital al hombre. Estaba cortado de la fuente misma de la vida, muriendo lentamente de la muerte de los asfixiados.
Tenía la impresión de escuchar su corazón latir difícilmente y de manera irregular. Vio la creación ahogarse en lo vacío, y no había nadie para salvarla, nadie para reconocer el peligro. Alrededor de ella, sus amigos bailaban inconscientes de que era el baile de la muerte. En una esquina, un sacerdote sonriendo y apacible, discutía sobre los méritos relativos de los jóvenes, constituyendo un buen partido con una madre interesada a poner en contacto la gente que quiere casarse ¡Ah que suerte hay para un mundo que se está muriendo cuando la iglesia, ella misma está drogada de sueño! Pero Dios miraba, y en su misericordia impenetrable, la despertó.
¿Por qué? ¿Por qué era la única centinela que estaba de pie en medio de los somnámbulos? A través de movimiento rápido y resuelto del alma, intensa como una flama que salta, renunció de un momento a otro a todo lo que el mundo le ofrecía para dedicarse a una vida incesante de oración para un mundo agonizando. Sorda a las suplicaciones de sus padres y de su enamorado, invencible frente a la fuerza de los que tienen una visión.Sacado del libro "Creative Prayer", Por E.
Herman, James Clark & co. Ltd, 1921, Páginas 15-16.