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El medio siglo siguiente a las guerras de la independencia de 1820 a 1860 o 1870, había sido decepcionante respecto al crecimiento económico. La desigual difusión de la comercialización durante la etapa colonial había dejado un complejo mosaico de relaciones de producción capitalistas y no capitalistas, que iban desde las redes de trabajo recíproco, la esclavitud a formas de trabajo asalariado. Por otra parte, la propiedad comunal de la tierra seguía existiendo al lado de propiedades privadas.
Poco a poco, sin embargo, se van instalando relaciones de interacción capitalistas. En el período 1870-1914, se estaba procediendo a desmantelar los sistemas reguladores creados durante la colonia. Estos hechos perturbaron las anteriores corrientes interregionales del comercio de Latinoamérica, a la vez que la fuerte atracción gravitatoria de las economías en expansión del Atlántico Norte, reorientaban la actividad económica hacia una mayor participación en un intercambio mundial que ya no se veía determinado por la política comercial de España.