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Una lengua viperina es peor que un misil con ojivas nucleares, hace referencia al poder destructivo de las palabras y su impacto en las relaciones humanas. Al comparar la lengua afilada y venenosa con un misil equipado con ojivas nucleares, sugiere que las consecuencias de las palabras mordaces son equiparables a la devastación provocada por armas de destrucción masiva. Es la capacidad de las expresiones verbales para infligir daño emocional y socavar la armonía interpersonal.
De ahí la importancia de ejercer la comunicación con responsabilidad y empatía, resaltando cómo el uso imprudente de las palabras tiene un impacto duradero en la psique. La analogía invita a considerar el poder de las palabras y a reconocer la necesidad de cultivar un discurso constructivo y respetuoso. La presencia de los "lengua viperina" en la vida de las personas genera un ambiente perjudicial que afecta la salud mental y emocional de quienes las rodean.
Hace hincapié en que, al igual que las armas nucleares, una lengua viperina causa daño de manera indiscriminada, afectando no solo a la persona, sino también a la colectividad. Desde un punto de vista ético, recuerda la importancia de considerar las consecuencias de las palabras, promoviendo la empatía y el respeto hacia la dignidad de los demás. En el libro se presenta una encuesta, una serie de tipologías y algunas reflexiones finales.