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Tan dado era Don Simón Bolívar a singularizarse, que hasta su interjección de cuartel era distinta de la que empleaban los demás militares de su época. Donde un espanol o un americano habrían dicho : ¡Vaya usted al carajo ! , Bolivar decía : ¡Vaya usted a la pinga ! Histórico es que cuando en la batalla de Junín, ganada al principio por la caballería realista que puso en fuga a la colombiana, se cambió la tortilla, gracias a la oportuna carga de un regimiento peruano, varios jinetes pasaron cerca del General y, acaso por halagar su colombianismo, gritaron : ¡Vivan los lanceros de Colombia ! Bolivar, que había presenciado las peripecias todas del combate, contestó, dominado por justiciero impulso : ¡La pinga ! ¡Vivan los lanceros del Perú! Desde entonces fue popular interjección esta frase : ¡La pinga del Libertador !